Hoy le
declaro la guerra al desaliento.
Hoy
mando mis dudas lejos y más lejos mis tristezas.
No
quiero que la desconfianza o el abatimiento echen raíces en mi alma. No quiero
ser amargado.
Envío
el desánimo a un destierro perpetuo, y en el mismo viaje le compro al pesimismo
un boleto sin retorno.
Tú,
corazón mío, estás hecho para la alegría. Eres templo de Dios y Él no mora en
lugares oscuros.
No le
abras la puerta, oh, corazón, al desconsuelo. Tus amigos son el entusiasmo y el
ánimo resuelto.
Hoy le
grito NO al pesimismo y en la fe encuentro inmensas reservas de coraje. Nací
para vencer.
Nací
también para avanzar y superar barreras. De toda caída aprendo algo y me
levanto decidido.
“Todo
lo puedo en Cristo que me fortalece”.
Gonzalo
Gallo
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