Muere
lentamente quien no cambia de ideas, no cambia de discurso, evita las propias
contradicciones.
Muere
lentamente quien se transforma en esclavo del hábito, repitiendo todos los días
los mismos trayectos y las mismas compras en el supermercado. Quien no cambia
de marca, no arriesga vestir un color nuevo y no le habla a quien no conoce.
Muere
lentamente quien hace de la televisión su gurú y su compañero diario. Muchos no
pueden comprar un libro o una entrada al cine, más muchos pueden, y se alienan
delante de un tubo de imágenes que traen información y entretenimiento, más que
no debería, con apenas 14 pulgadas ocupar tanto espacio en una vida.
Muere
lentamente quien evita una pasión, quien prefiere el negro sobre blanco y los
puntos sobre las “íes” a un remolino de emociones, justamente las que rescatan
el brillo de los ojos, sonrisas de los bostezos, corazones de los tropiezos y
sentimientos.
Muere
lentamente quien no voltea la mesa cuando está infeliz en el trabajo, quien no
arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien no se
permite, por lo menos una vez en la vida, huir de los consejos sensatos.
Muere
lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no escucha música, quien no se
ríe de sí mismo.
Muere
lentamente quien destruye su amor propio. Puede ser depresión, que es una enfermedad
seria y requiere ayuda profesional. Entonces muere cada día quien no se deja
ayudar.
Muere
lentamente quien no trabaja, quien no estudia, y en la mayoría de las veces eso
no es opción sino destino; entonces un gobierno negligente puede matar
lentamente una buena parte de la población.
Muere
lentamente quien pasa los días quejándose de su mala suerte o de la lluvia
incesante, abandona un proyecto antes de iniciarlo, no pregunta de un asunto
que desconoce o no responde cuando le indagan sobre algo que sabe.
Muere
mucha gente lentamente, y esta es la muerte más ingrata y traicionera, pues
cuando ésta se aproxima de verdad ya estamos muy inexpertos para recorrer el
poco tiempo que nos queda.
Que el
mañana, por lo tanto, se demore mucho para hacer nuestros los días. Ya que no
podemos evitar un final repentino, que al menos evitemos la muerte en pequeñas
cuotas, recordando siempre que estar vivos exige un esfuerzo mucho mayor que simplemente
de respirar.
Martha
Medeiros
Escritora
brasileña
Hermosa poesía y tan bellos sentimientos!!
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