Un hombre, profeta de Dios, llegó a la ciudad y
buscó refugio en la casa de la mujer viuda, cuyo esposo había muerto
valientemente en la guerra. Con el pasar del tiempo, el viajero se enamoró de
aquella mujer, pero en su corazón existía el miedo que dicho amor no fuera
correspondido.
El viajero, que venía a luchar en esta
tierra extraña, sentía que el amor podía ser una experiencia más temible que
estar ante un soldado apuntándole con una flecha en el corazón. Si la flecha lo
hería el moriría y el resto quedaría en manos de Dios. Pero si el amor lo hería el mismo tendría que asumir las consecuencias.
El hombre pensó: —¡Deseé tanto el amor en mi vida!, y sin embargo, ahora que
lo tengo cerca, la única idea es olvidarlo lo más pronto posible… Me gustaría
tanto decírselo, pero no sé cómo. Es más fácil hablar del amor de Dios…
—Mi alma corre peligro—dijo
El ángel guardó silencio.
—Cuando estoy ante esta mujer, no me siento bien.
—Es al
contrario—respondió el ángel—, y eso te molesta. Porque podrías llegar a
amarla.
El hombre sintió
vergüenza, porque el ángel conocía su alma.
—El amor es
peligroso—dijo
—Mucho—respondió
el ángel— ¿Y qué?
A
continuación, desapareció…
Modificado de: Paulo
Coelho – La quinta montaña
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