Un discípulo llegó a casa del maestro, después de varios
años en otras tierras buscando conocimientos. Había escuchado sobre éste maestro, respetado y reconocido por todos como un hombre
sabio. Esperaba aprender mucho de alguien tan erudito.
El maestro lo invitó a tomar el té en su casa humilde y sencilla. Mientras el discípulo hablada y
hablada de todos los conocimientos y enseñanzas aprendidas durante todos los
años de búsqueda.
El maestro tomó la tetera y comenzó a servir. Vertió el té
hasta llenar la taza y siguió haciéndolo. El té comenzó a caer sobre el plato,
la mesa y posteriormente hasta el piso.
Al principio el discípulo se quedó perplejo, pero luego se
atrevió a decir: ¿Pero qué está haciendo? Mi taza ya está llena. ¡Por más que
lo intente no admitirá más té!
El maestro lo miró largamente, y agregó:
No me mal interpretes. Al igual que esta taza, tú pareces
estar lleno de ideas propias. ¿Cómo van a entrar más, si no vacías primero tu
taza?
Fuente: El monje que vendió su Ferrari. Robin Sharma
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