sábado, 16 de febrero de 2013

Lección 17. El amor es el alimento del alma


El alimento para el alma es el amor. Somos seres espirituales que viven en cuerpos físicos, nuestra verdadera realidad es espiritual, aquella que vivirá por siempre, sin tiempo, sin límite, sin edad. Vivimos en un mundo donde las verdades fundamentales han sido sustituidas por las de la sociedad del momento, nuestras vidas giran en satisfacer las necesidades físicas; que aunque importantes y vitales, no son las únicas a las que debemos responder.

Nutrimos nuestro cuerpo físico lo mejor que podemos, aprendemos de nutrición, antioxidantes, valores calóricos, proteínas, carbohidratos, grasas buenas y malas, y aminoácidos esenciales. Nos preocupamos por consumir alimentos seguros,  libre de pesticidas, cultivados orgánicamente y nos aseguramos de prepararlos de la mejor manera para conservar sus valores nutricionales. Está muy bien cuidar lo mejor posible nuestro cuerpo físico.

Si somos inquietos intelectualmente, disfrutamos leer libros y aprender siempre cosas nuevas, escogemos los libros, las películas, programas de televisión, eventos, congresos o redes profesionales, que nos permitan alimentar nuestra mente con aquello que percibimos que necesitamos para mejorar, o simplemente lo hacemos para disfrutar.

También tratamos de responder a las necesidades emocionales y sociales; dedicamos tiempo a la familia y a los amigos, compartiendo momentos para fortalecer los lazos que hemos creado, demostrando el amor que sentimos por ellos, y lo importantes que son en nuestras vidas. Nos reunimos para celebrar los logros y fechas felices, y para acompañar en los momentos difíciles.

Desafortunadamente, el tiempo dedicado a nuestro espíritu, la esencia de la vida, es muy limitado. El compromiso para nutrir adecuadamente nuestro espíritu es mínimo, vivimos la vida como si la única realidad fuera el reino físico y temporal de la existencia de una vida.  La verdad, la mayoría vivimos ciegos ante nuestra verdadera esencia, y en esta ceguera, no reconocemos que el verdadero alimento para nuestras vidas es el amor.

Cuando el amor traspasa cada uno de nuestros pensamientos, palabras y obras alimentamos al espíritu que habita en nosotros. Si convertimos el amor en el motor de la vida; las prioridades cambian, las necesidades propias disminuyen, pensamos más en los otros y aumenta el deseo de hacer de nuestra vida un regalo para los demás

Gracias Dios, por enseñarnos el mandamiento más importante: el Amor. Te pedimos humildemente la gracia de llevarlo siempre en nuestras vidas, para darlo con la misma generosidad con la que Tú nos lo regalas. Gracias.

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