Aceptar es recibir voluntariamente
en el espíritu. Es simplemente aprobar lo que está allí,
delante de ti. Es un acto libre que nace de ti, y a quien más beneficia es a
ti, ya que al aceptar cesa el conflicto interno que se deriva del rechazo. Aceptar no significa que no
deseas que algo mejore; aceptar es desde el interior reconocer que
de alguna manera, todo responde a un plan divino, que escapa a nuestra
comprensión. Es aprender que dentro del teatro de la vida, cada cosa, persona o
evento representa un papel, y sólo podremos comprender su verdadero significado
hasta que la obra termine, o mucho tiempo después.
El rechazo nace de un
conflicto interno, un choque entre lo que pensamos que debería ser y lo que es.
Creamos continuamente modelos de ideales, tenemos listas detalladas que deben
cumplir cada una de las cosas o personas que llegan a nosotros; pero la verdad
es que el mundo no está aquí para responder a estas expectativas. Cada uno es, lo que es,
simplemente eso.
Esperar que todo se acople a
nuestras exigencias y patrones, es vivir en un mundo irreal, y es sentar las
bases para la infelicidad, la propia y la de las personas que rechazamos por no
cumplir con nuestras expectativas. Todo parte del autorechazo, de la
incapacidad de reconocer y amar cada una de las características que nos hacen
únicos. La perfección, lo que cada uno considera perfecto, no es la verdadera
perfección de la vida, ella responde a unos caminos y planes más altos que los
nuestros.
Tenemos imágenes
distorsionadas de la realidad y las personas, las cuales vemos según los lentes
de nuestros pensamientos. Vemos el mundo no como es, sino como somos. En la
medida que tengamos menos exigencias para ser felices, más fácil lo seremos,
porque con poco lo lograremos. Aceptar es una acción que inicia cuando dejamos
de lado otras acciones como juzgar, exigir y condenar.
Ser felices como somos y
amarnos completa y profundamente, es el inicio de la paz en nuestras vidas.
Cuando llegamos a sentirnos bien, con todo lo que nos rodea, con un amor por la
vida tal cual es, no necesitaremos que el mundo que nos rodea cambie para ser
felices y para amar. Aceptar una situación, lleva implícitos tres hechos: el
primero que reconozco lo que es como lo que tiene que ser; el segundo, hago
todo lo posible para cambiar lo que puedo cambiar, lo que depende de mis
acciones; y tercero, tengo la serenidad suficiente para dejar de lado aquello
que escapa de mis manos.
Señor, que en nuestras vidas
hagamos siempre tu voluntad y aprendamos a aceptar con amor a toda persona que
llega a nuestras vidas.
Liliana
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