miércoles, 6 de febrero de 2013

Lección 14. Amar es ser como Cristo


Todas las lecciones necesarias para amar están en la vida de Jesús. El hijo de Dios hecho hombre, él mostró al mundo el verdadero camino: el de luz, verdad y vida. El paso de Jesús por la tierra fue una manifestación de amor incondicional en acción, en cada palabra y en cada hecho suyo reflejó el amor  de Dios. Las enseñanzas supremas sobre el amor están contenidas en las sagradas escrituras, muy especialmente en el nuevo testamento, que contiene la vida de Jesús presentada por los evangelistas. La Biblia es el libro de la sabiduría divina puesta al servicio del hombre, de forma gratuita y directamente.

Cristo mostró un amor fiel y obediente al Padre del Cielo, aún en los momentos de tristeza profunda y un dolor de muerte, aceptó la voluntad perfecta de Dios. La tentación llegó a su vida de todas las formas, con promesas de poder, fama y riquezas, pero la oración constante y la obediencia perfecta al Padre, le permitió ser fiel al bien. Sintió hambre, soledad, persecuciones, ataques constantes, vivió la traición de un amigo, el abandono de los otros, el repudio de todo un pueblo, fue torturado y crucificado, a pesar de todo fue capaz de perdonar, siempre.

Jesús nació de una mujer santa, sencilla, humilde y obediente a Dios. Su niñez transcurrió sin grandes riquezas materiales, pero con el reconocimiento de ser Hijo de Dios, de ser muy Amado. A pesar de ser el Elegido, a todos trató como hermanos, hijos del mismo Padre, herederos del mismo reino. ¿Cuánto podría cambiar nuestras vidas si nos reconociéramos realmente como una sola familia, miembros del mismo cuerpo?

El gran maestro del amor es Jesús, un amor sin distinciones, abierto, libre, incondicional. Aceptó a cada persona a pesar de la magnitud de sus pecados, siempre comprendió que en cada uno de ellos estaba Dios, y que podrían hacer cosas grandes como Él. No buscó a los santos y buenos, muy por el contrario se acercó a quienes eran repudiados, menospreciados, a los más pecadores. Mostró un amor supremo que está vivo y dispuesto para cada uno de nosotros, si decidimos aceptarlo.

La vida de Jesús, fue una vida de amor y servicio. Recorrió ciudades enteras enseñando la Buena Nueva, predicando con parábolas, dando el conocimiento a los hombres, para vivir en la voluntad del padre. No tenía riquezas, pero compartió el pan con miles de personas, curó enfermos del cuerpo y del espíritu, liberó del pecado, restauró la vida de muchos con su perdón, dio esperanza y consuelo a los afligidos. ¡Qué gran maestro es Jesús! 

Pidamos a Dios Padre, que el Espíritu Santo habite en nosotros y vayamos dejando todo aquello que nos impide ser como Cristo.
  Liliana

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