martes, 5 de febrero de 2013

Lección 12. Amar es abandonar el miedo

En la medida que el miedo va creciendo el amor va muriendo. Sentir miedo es una emoción interior que nos alerta de un peligro real, nos advierte que podemos ser lesionados o heridos. Tenemos miedos reales por experiencia vividas en las cuales hemos sentido dolor de alguna forma, sea este físico, mental o emocional. Como medio de defensa creamos barreras y mecanismos de protección para evitar que nuevos hechos nos lastimen.

Un gran número de miedos, si no la mayoría, nacen en los primeros años de vida, época en la que como niños nos sentimos vulnerables. Si vivimos en hogares disfuncionales donde la violencia física o emocional era un hecho habitual, aprendemos a vivir con un temor constante al castigo, el rechazo, el abandono o al abuso. 

Un sentimiento de desconfianza generalizada y desadaptación puede persistir si no logramos superar los conflictos generados en la niñez. Los miedos pueden llegar a dominar nuestras decisiones. Los miedos no resueltos siguen creciendo en la medida que vamos acumulando nuevas experiencias negativas como: desilusiones amorosas, traiciones, estafas, o cualquier evento en el cual nos hemos sentido humillados, avergonzados o vulnerados.

Pero todo esto puede cambiar, posiblemente el pasado no es tan hermoso como hubiéramos querido, pero es tiempo de liberarse de él y todos sus recuerdos que aún causan dolor. El perdón se convierte en una forma para liberarnos del dolor, ir a la raíz de los miedos y encontrar una restauración de nuestras vidas desde el amor.

Ver al enemigo es conocerlo para poder vencerlo. En un trabajo interno podemos ir detectando los miedos que nos impiden sanar. El miedo es un enemigo interno que nos paraliza y nos priva de la emoción del existir. Toda la verdad que necesitamos saber está en el interior, si mirarnos con honestidad encontraremos los miedos irracionales que llevamos dentro. La única forma de vencer un miedo es enfrentarnos a él, ponernos a prueba. Saber que él está allí y que depende de nosotros aprender a convivir con él, puede ser un gran amigo que nos protege, pero también puede ser el peor enemigo que nos impide amar.

Así como Jesús curó con su amor, así mismo podemos ser sanados de todos nuestros miedos por medio de ese mismo amor. Creer en Dios, es la mayor bendición, tener fe que con solo una palabras suya bastará para sanarnos, y que pase lo que pase, podemos asumir cualquier situación de la vida por difícil que sea. 

Merecemos ser felices, es tiempo de liberarnos de los miedos para amar en libertad. 

Liliana

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