En la medida que el miedo va
creciendo el amor va muriendo. Sentir miedo es una emoción interior que nos
alerta de un peligro real, nos advierte que podemos ser lesionados o heridos. Tenemos
miedos reales por experiencia vividas en las cuales hemos sentido dolor de
alguna forma, sea este físico, mental o emocional. Como medio de defensa
creamos barreras y mecanismos de protección para evitar que nuevos hechos nos
lastimen.
Un gran número de miedos, si
no la mayoría, nacen en los primeros años de vida, época en la que como niños
nos sentimos vulnerables. Si vivimos en hogares disfuncionales donde la
violencia física o emocional era un hecho habitual, aprendemos a vivir con un
temor constante al castigo, el rechazo, el abandono o al abuso.
Un sentimiento de
desconfianza generalizada y desadaptación puede persistir si no logramos
superar los conflictos generados en la niñez. Los miedos pueden llegar a
dominar nuestras decisiones. Los miedos no resueltos siguen creciendo en la
medida que vamos acumulando nuevas experiencias negativas como: desilusiones
amorosas, traiciones, estafas, o cualquier evento en el cual nos hemos sentido
humillados, avergonzados o vulnerados.
Pero todo esto puede
cambiar, posiblemente el pasado no es tan hermoso como hubiéramos querido, pero
es tiempo de liberarse de él y todos sus recuerdos que aún causan dolor. El
perdón se convierte en una forma para liberarnos del dolor, ir a la raíz de los
miedos y encontrar una restauración de nuestras vidas desde el amor.
Ver al enemigo es conocerlo
para poder vencerlo. En un trabajo interno podemos ir detectando los miedos que
nos impiden sanar. El miedo es un enemigo interno que nos paraliza y nos priva
de la emoción del existir. Toda la verdad que necesitamos saber está en el
interior, si mirarnos con honestidad encontraremos los miedos irracionales que
llevamos dentro. La única forma de vencer un miedo es enfrentarnos a él,
ponernos a prueba. Saber que él está allí y que depende de nosotros aprender a
convivir con él, puede ser un gran amigo que nos protege, pero también puede
ser el peor enemigo que nos impide amar.
Así como Jesús curó con su
amor, así mismo podemos ser sanados de todos nuestros miedos por medio de ese
mismo amor. Creer en Dios, es la mayor bendición, tener fe que con solo una
palabras suya bastará para sanarnos, y que pase lo que pase, podemos asumir
cualquier situación de la vida por difícil que sea.
Merecemos ser felices, es
tiempo de liberarnos de los miedos para amar en libertad.
Liliana
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