Cuentan que en la carpintería hubo una vez una
extraña asamblea. Fue una reunión de herramientas para arreglar sus
diferencias. El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó
que tenía que renunciar. ¿La causa? ¡Hacía demasiado ruido!, además se la
pasaba todo el tiempo golpeando. El martillo aceptó su culpa, pero pidió que
también fuera expulsado el tornillo, ya ha había que darle muchas vueltas para
que sirviera de algo.
El tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la
expulsión de la lija. Hizo ver que era muy áspera en su trato, y siempre tenía
fricciones con los demás. Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera
expulsado en metro, que siempre se la pasaba midiendo a los demás según sus
parámetros, como si fuera el único perfecto.
En eso entró el carpintero, se puso el delantal e
inició su trabajo. Utilizó el martillo, la lija, el tornillo y el metro. Finalmente
la tosca madera inicial se convirtió en un lindo mueble.
Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la
asamblea reanudó la deliberación. Fue entonces cuando tomó la palabra el
serrucho y dijo:
-“Señores, ha quedado demostrado que tenemos
defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos
hace valiosos, así que no pensemos más en nuestros puntos malos y
concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos.
La asamblea encontró entonces que el martillo era
fuerte, el tornillo unía y daba fuerzas, la lija era especial para afinar y
limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto.
Se sintieron entonces un equipo capaz de producir
muebles de calidad. Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar
juntos.
Anónimo
¿Crees que ocurre lo mismo con los seres humanos?
Fuente Imagen: http://intx4life.blogspot.com/2012/07/asamblea-en-la-carpinteria.html
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